OBESIDAD
INTRA-ABDOMINAL
Generadora de
Factores de Riesgo de Enfermedad Cardiovascular y Diabetes
La grasa que se
acumula en la panza es la màs peligrosa de todas: no sólo hace correr un punto
el cinturón, sino que es la responsable de una buena parte de los problemas
cardíacos. Y ni hablar si esa pancita sobresale en una persona hipertensa.
Ese abdomen
prominente está contabilizado, en la actualidad, como un factor de riesgo
cardiometabólico, al igual que el colesterol malo alto, el tabaquismo, la hipertensión y una
resistencia a la insulina, entre otros.
Sin embargo, los
expertos advierten que estos factores no constituyen una enfermedad en sì
misma, sino que pueden ser modificados y corregidos, lo que alarga la
expectativa y la calidad- de vida de la
persona.
Ser gordo enferma y
es el gran responsable de las grasas que se depositan en la panza,
especialmente la intra-abdominal o visceral.
Se trata de lípidos que se alojan dentro del
músculo: si bien estéticamente molestan los rollitos que se ven y palpan, esa
grasa no constituye el peligro real para el corazón de la persona. Estos
adipositos o celulas grasas también se alojan en el interior de órganos como el
páncreas y el hígado, lugares donde no deberían aparecer.
Tener grasa visceral
como se la conoce a esa grasa
oculta- es un factor de riesgo cardiovascular altísimo para una persona y se
potencia si ese paciente, además, fuma, no hace ejercicio, tiene diabetes,
hipertensión o cualquier otro factor de riesgo asociado.
La obesidad abdominal predice el síndrome metabólico aún en personas con
índice de masa corporal normal.
El IMC es una
fórmula que divide el peso por la altura al cuadrado. Lo normal sería tener un
IMC de 18 a 25: más de 30 se considera obesidad.
IMC= peso/altura x
altura
La prevalencia de la grasa abdominal subió un 28% en los hombres y un 18% en mujeres.
La grasa abdominal
es un elemento predictor muy importante del riesgo de mortalidad, siendo el
riesgo más alto en los individuos con una gran obesidad abdominal y bajo IMC. En este caso el riesgo se puede llegar a multiplicar
por dos.
Las mujeres con un
IMC de 24,3 y los hombres con un IMC de 25,3 son los que presentan un menor
riesgo de mortalidad, mientras que las personas que tienen un IMC por encima o
por debajo tienen un riesgo superior.
Los hombres con un
IMC superior a 35 tienen un 90 por ciento más de riesgo de muerte que los que
tienen un IMC de 25,3; y los que tienen un IMC inferior a 18,5 duplican el
riesgo de mortalidad.
Teniendo en cuenta
el perímetro de cintura, los hombres con un perímetro de más de 102 centímetros
duplican la probabilidad de morir por cualquier causa, frente a los que tienen
un perímetro menor de 86 centímetros.
En el caso de las
mujeres, las que tienen un IMC superior a 35 tienen un 65 por ciento más de
riesgo que las que tienen un IMC de 24,3 y las que tienen un IMC inferior a
18,4 tienen un riesgo de morir un 71 por ciento más elevado que las de IMC
24,3.
En referencia al perímetro de cintura, las mujeres con un perímetro superior a 89 centímetros tienen un 78 por ciento más de riesgo que las que tienen un perímetro menor de 70,1 centímetros.
En referencia al perímetro de cintura, las mujeres con un perímetro superior a 89 centímetros tienen un 78 por ciento más de riesgo que las que tienen un perímetro menor de 70,1 centímetros.
Índice cintura
cadera
El índice cintura/cadera es la relación que
resulta de dividir el perímetro de la cintura de una persona por el perímetro
de su cadera.
Los estudios indican que una relación entre cintura y cadera superior a 1.0 en varones y a 0.9 en mujeres está
asociada a un aumento en la probabilidad de contraer diversas enfermedades
(diabetes melitus, enfermedades coronarias, tensión arterial,
entre otras).
El índice se obtiene midiendo el perímetro de la
cintura a la altura de la última costilla
flotante, y el perímetro máximo de la cadera a nivel de los glúteos.
Índice cintura cadera = cintura (cm) / cadera (cm)
Interpretación:
- ICC = 0,71-0,84 normal para mujeres.
- ICC = 0,78-0,94 normal para hombres.
- Valores mayores: Síndrome androide (cuerpo de manzana).
- Valores menores: Síndrome ginecoide (cuerpo de pera).
- Hombres: >102 cm.
- Mujeres: >80 cm.
Los lípidos,
los grandes culpables
El gran problema empieza
cuando esta grasa acumulada en el interior del abdomen se combina con otros
factores de riesgo. Pero también es un camino que conduce a otros factores,
como la diabetes.
Cuando tratamos los
factores de riesgo de manera individual conseguimos avances pero no es
suficiente, la hipertensión es, muchas veces, minimizada porque los pacientes
no saben qué tienen hipertensión. O están mal controlados. Pero el
inconveniente se agrava cuando el ciudadano tiene grasa visceral: esos
adipositos células grasas- liberan miles
de sustancias, y entre ellas, una que eleva la presión.
Es muy importante la prevención de este factor de riesgo. Si el paciente ya tiene hipertensión, estamos
llegando tarde. Y se agrava con la edad. Lo importante es hacer prevención en
nuestros hijos y nietos.
Cómo
detectar la grasita y empezar a combatirla
El caso es que los
lípidos intra abdominales no se ven a simple vista: una persona puede tener
rollitos pero no necesariamente grasa interna. Para detectar la presencia de
adipositos en el interior de los órganos se puede efectuar una tomografía
computada o una tomografía por emisión de positrones, dos técnicas de
diagnóstico. Pero también es fácil de detectar con un simple centímetro en un
consultorio de un médico, que además cruzará estos datos con un análisis de
orina y sangre.
Tratamiento
Hacer ejercicio y adelgazar son medidas
útiles para mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la presión arterial
y los niveles de colesterol.
El tratamiento sugerido es principalmente tener un
estilo sano de vida, es decir, la restricción de calorías y la actividad
física. Sin embargo, el tratamiento farmacológico es a menudo necesario. La
reducción de peso y el incremento de la actividad física conducen a la
reducción efectiva de todos los factores de riesgo cardiovasculares al mejorar
la sensibilidad a la insulina y reducir el riesgo de enfermedades
cardiovasculares. La reducción de peso, aun moderada (10 % del peso inicial),
conduce a una disminución del LDL-C, mejora todos los factores de riesgo y
disminuye el riesgo vascular global del paciente. Los beneficios de la
disminución de la tensión arterial, disminución de los lípidos y control de la
glucemia sobre la morbilidad y la mortalidad han quedado bien demostrados por
ensayos clínicos controlados a largo plazo, de manera que actualmente se
recomienda el tratamiento agresivo de cada una de las comorbilidades del SM
mediante regímenes de terapia combinada. En general, las enfermedades que
comprenden el síndrome metabólico se tratan por separado.
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