jueves, 16 de agosto de 2012

OBESIDAD INTRA ABDOMINAL GENERADORA DE FACTORES DE RIESGO CARDIOVASCULAR Y DIABETES - SÍNDROME METABÓLICO


OBESIDAD INTRA-ABDOMINAL

Generadora de Factores de Riesgo de Enfermedad Cardiovascular y Diabetes
La grasa que se acumula en la panza es la màs peligrosa de todas: no sólo hace correr un punto el cinturón, sino que es la responsable de una buena parte de los problemas cardíacos. Y ni hablar si esa pancita sobresale en una persona hipertensa.

Ese abdomen prominente está contabilizado, en la actualidad, como un factor de riesgo cardiometabólico, al igual que el colesterol malo alto, el tabaquismo, la hipertensión y una resistencia a la insulina, entre otros.
Sin embargo, los expertos advierten que estos factores no constituyen una enfermedad en sì misma, sino que pueden ser modificados y corregidos, lo que alarga la expectativa y la calidad- de vida de la persona.
Ser gordo enferma y es el gran responsable de las grasas que se depositan en la panza, especialmente la intra-abdominal o visceral.

 Se trata de lípidos que se alojan dentro del músculo: si bien estéticamente molestan los rollitos que se ven y palpan, esa grasa no constituye el peligro real para el corazón de la persona. Estos adipositos o celulas grasas también se alojan en el interior de órganos como el páncreas y el hígado, lugares donde no deberían aparecer.



Tener grasa visceral como se la conoce a esa grasa oculta- es un factor de riesgo cardiovascular altísimo para una persona y se potencia si ese paciente, además, fuma, no hace ejercicio, tiene diabetes, hipertensión o cualquier otro factor de riesgo asociado.

La obesidad abdominal predice el síndrome metabólico aún en personas con índice de masa corporal normal.

El IMC es una fórmula que divide el peso por la altura al cuadrado. Lo normal sería tener un IMC de 18 a 25: más de 30 se considera obesidad.
IMC= peso/altura x altura

La prevalencia de la grasa abdominal subió un 28% en los hombres y un 18% en mujeres.
La grasa abdominal es un elemento predictor muy importante del riesgo de mortalidad, siendo el riesgo más alto en los individuos con una gran obesidad abdominal y bajo IMC.  En este caso el riesgo se puede llegar a multiplicar por dos.
Las mujeres con un IMC de 24,3 y los hombres con un IMC de 25,3 son los que presentan un menor riesgo de mortalidad, mientras que las personas que tienen un IMC por encima o por debajo tienen un riesgo superior.
Los hombres con un IMC superior a 35 tienen un 90 por ciento más de riesgo de muerte que los que tienen un IMC de 25,3; y los que tienen un IMC inferior a 18,5 duplican el riesgo de mortalidad.
Teniendo en cuenta el perímetro de cintura, los hombres con un perímetro de más de 102 centímetros duplican la probabilidad de morir por cualquier causa, frente a los que tienen un perímetro menor de 86 centímetros.
En el caso de las mujeres, las que tienen un IMC superior a 35 tienen un 65 por ciento más de riesgo que las que tienen un IMC de 24,3 y las que tienen un IMC inferior a 18,4 tienen un riesgo de morir un 71 por ciento más elevado que las de IMC 24,3.

En referencia al perímetro de cintura, las mujeres con un perímetro superior a 89 centímetros tienen un 78 por ciento más de riesgo que las que tienen un perímetro menor de 70,1 centímetros.
Índice cintura cadera
El índice cintura/cadera es la relación que resulta de dividir el perímetro de la cintura de una persona por el perímetro de su cadera.
Los estudios indican que una relación entre cintura y cadera superior a 1.0 en varones y a 0.9 en mujeres está asociada a un aumento en la probabilidad de contraer diversas enfermedades (diabetes melitus, enfermedades coronarias, tensión arterial, entre otras).
El índice se obtiene midiendo el perímetro de la cintura a la altura de la última costilla flotante, y el perímetro máximo de la cadera a nivel de los glúteos.
Índice cintura cadera =  cintura (cm) / cadera (cm)
Interpretación:
  • ICC = 0,71-0,84 normal para mujeres.
  • ICC = 0,78-0,94 normal para hombres.
  • Valores mayores: Síndrome androide (cuerpo de manzana).
  • Valores menores: Síndrome ginecoide (cuerpo de pera).

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  • Obesidad abdominal (perímetro cintura)

    • Hombres: >102 cm.
    • Mujeres: >80 cm. 

    Los lípidos, los grandes culpables
    El gran problema empieza cuando esta grasa acumulada en el interior del abdomen se combina con otros factores de riesgo. Pero también es un camino que conduce a otros factores, como la diabetes.
    Cuando tratamos los factores de riesgo de manera individual conseguimos avances pero no es suficiente, la hipertensión es, muchas veces, minimizada porque los pacientes no saben qué tienen hipertensión. O están mal controlados. Pero el inconveniente se agrava cuando el ciudadano tiene grasa visceral: esos adipositos células grasas- liberan miles de sustancias, y entre ellas, una que eleva la presión.
    Es muy importante  la prevención de este factor de riesgo. Si el paciente ya tiene hipertensión, estamos llegando tarde. Y se agrava con la edad. Lo importante es hacer prevención en nuestros hijos y nietos.
    Cómo detectar la grasita y empezar a combatirla
    El caso es que los lípidos intra abdominales no se ven a simple vista: una persona puede tener rollitos pero no necesariamente grasa interna. Para detectar la presencia de adipositos en el interior de los órganos se puede efectuar una tomografía computada o una tomografía por emisión de positrones, dos técnicas de diagnóstico. Pero también es fácil de detectar con un simple centímetro en un consultorio de un médico, que además cruzará estos datos con un análisis de orina y sangre.
    Tratamiento
    Hacer ejercicio y adelgazar son medidas útiles para mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la presión arterial y los niveles de colesterol.
    El tratamiento sugerido es principalmente tener un estilo sano de vida, es decir, la restricción de calorías y la actividad física. Sin embargo, el tratamiento farmacológico es a menudo necesario. La reducción de peso y el incremento de la actividad física conducen a la reducción efectiva de todos los factores de riesgo cardiovasculares al mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. La reducción de peso, aun moderada (10 % del peso inicial), conduce a una disminución del LDL-C, mejora todos los factores de riesgo y disminuye el riesgo vascular global del paciente. Los beneficios de la disminución de la tensión arterial, disminución de los lípidos y control de la glucemia sobre la morbilidad y la mortalidad han quedado bien demostrados por ensayos clínicos controlados a largo plazo, de manera que actualmente se recomienda el tratamiento agresivo de cada una de las comorbilidades del SM mediante regímenes de terapia combinada. En general, las enfermedades que comprenden el síndrome metabólico se tratan por separado.

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