El tabaco afecta negativamente a distintos órganos de nuestro
cuerpo. También la piel
sufre las consecuencias de
esta adicción.
Existen múltiples agentes cancerígenos y
mutagénicos en el humo del tabaco (hidrocarburos
aromáticos policíclicos, nitrosaminas). Entre los componentes más tóxicos de la
fase sólida del tabaco destacamos la nicotina, fenol, anilina, toluidina,
aminas, benzopirenos, etc. De los tóxicos de la fase gaseosa del tabaco
destacan el dióxido de carbono, monóxido de carbono, acetona, formaldehido,
amonio, etc.